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En 1999 se inauguró en Posadas (Misiones, Argentina) una avenida costanera que cambió la vida cotidiana de la ciudad. Pero su realización tuvo algunos conflictos porqué implicó la destrucción de uno de los asentamientos marginales tradicionales de la ciudad. Sin embargo, la resistencia que parte de sus pobladores manifestaron al desalojo fue cubierta por la euforia ciudadana que despertó la obra. Aunque, como trampa de la memoria, una premiada obra de arquitectura construida en el lugar, apelando a la riqueza de colores y lenguaje formal vernáculo propio de los "ranchos" de los desalojados, sin quererlo se ha convertido en un emblema del proceso socioterritorial acaecido. El artículo refleja este proceso y reflexiona en torno a la capacidad de la arquitectura de simbolizarlo.